Cuando hablo de amor me siento plena, siento que me mueve y mueve todos mis actos. Amo a muchas personas y amo, con el más puro amor incondicional a mis plantas. Amo mi casa, mis oportunidades, mi moto y mis problemas. He aprendido a amar con sinceridad, con todo. Amar es sin duda una de las cosas en las que procuro mejorar cada día, cada día intento amar más y amar mejor.
En el momento en que me propuse escribir los siete regalos para el alma supe que este día llegaría, el día en el que tendría que hablar del amor.
Los humanos nunca hemos sido muy amantes del amor, quizás sea porque duele. Cuando amamos estamos expuestos a una serie de situaciones francamente dolorosas, y quizás es por eso que amar no es algo que nos llame especialmente la atención. Sin embargo, a lo largo de la historia ha habido verdaderos encuentros amorosos, amores famosos, intensos, verdaderos cuentos de hadas y miles de bohemios arriesgándose a sufrir por amor, disfrutando incluso de ese sufrimiento.
Podría decirse que el amor es prácticamente el motor de nuestras vidas, todo lo que hacemos lo hacemos por amor. Por amor vamos a trabajar, por amor perdonamos, por amor comemos, lloramos, vamos al cine; por amor nos quedamos viendo la tele y por amor nos vamos a montar en bici… Si crees que no es así, trata de encontrar el origen primario de todas nuestras acciones, creo que las únicas que se libran del amor son las necesidades fisiológicas, y habría que ver cuál es el motivo por el cual nuestro cuerpo tiene esos avisos de hambre o de querer ir al baño (nadie quita que lo haga por amor a sí mismo).
Vamos a afrontar el tema del amor desde distintas perspectivas, a ver qué opinamos de cada una de ellas.
Índice
El amor como sentimiento.
El amor es una virtud, los seres humanos somos amables en el sentido de que tenemos la capacidad de amar y ser amados, igual que del verbo comer tenemos la palabra comestible, alimento apto para ser comido, del verbo amar tenemos amable, ser capaz de amar y ser amado. ¿A qué mola?
De ese modo, cuando una persona se porta bien con nosotros (con toda certeza movido por amor), nosotros diremos “¡qué amable!” en sinónimo de “¡que majo, se te puede querer!”.
El amor llena y embriaga, es un sentimiento de plenitud y confianza tal, que cuando ocupa un corazón o un cuerpo, nada más entra allí, no cabe otra cosa. Ningún razonamiento o lógica tiene poder dónde hay amor, el amor nos nubla y confunde, nos enloquece. El amor es muy poderoso y sus efectos dependen de la complejidad de cada uno, de la madurez, la experiencia y del propio amor, sobre todo por uno mismo.
Si quieres más a otro que a ti, el amor te enloquecerá. Si amas con tanta locura a otro como a ti, encontrarás el modo de amar con plenitud y de una manera sana. El amor hay que sentirlo, disfrutarlo y saber manejarlo, de lo contrario podemos confundirlo.
Confundir el amor es una de las distorsiones más comunes en nuestros días, si no se nos enseña bien qué es amor y que no, podemos confundir el amor con dependencia, el amor con baja autoestima (sí, increíble), el amor con posesión, obsesión, etc. Hay padres que confunden el amor por sus hijos con sobreprotección y parejas que terminan más pronto que tarde porque confundieron el amor con cualquier otra cosa.
El amor es un sentimiento (además de una virtud), es puro y es incondicional, si no es puro es que no es amor, así de simple. Eso de “yo te amo, pero eres mía” no existe, existe “yo te amo”, todas las demás especificaciones lo convierten en otra cosa que no es amor (sería algo parecido a decir “mi pueblo tiene playa, pero no tiene mar”, entonces no es playa, “será otra cosa pero playa no”, fin.)
El amor como motor del mundo.
Imagina que todos nos levantásemos por la mañana y todas y cada una de nuestras acciones las hiciéramos con y por amor. El amor nos llevaría a respetarnos, a ir más despacio, a disfrutar del cielo mientras amanece, viviríamos el momento del café, nuestras conversaciones serían enriquecedoras… ¡Y ni te cuento la maravilla que sería charlar con nuestra pareja o nuestros amigos! Ir al gimnasio o a yoga, etc.
Todas las bellas acciones de cada día, en todo el mundo, se hacen por amor. Y cuando no nos mueve el amor, ¿qué nos mueve?
El egoísmo, el estrés, el odio, la vanidad, etc, eso nos mueve cuando no nos está impulsando el amor, ¿y es malo? ¡Bueno! Desde mi punto de vista no es malo tener un día regular o un ataque de histeria, siempre y cuando no hagas daño a los demás. Es importante que asumamos que todos los seres humanos tenemos un poquito de amor y un poquito de odio, y es precisamente que podemos reconocer el amor, porque sabemos reconocer también el odio. (¿Os acordáis del ying y el yang? Pues así.)
Cuando tengas uno de esos días en los que lo único que quieres es que lleguen las 23.00 e irte a dormir, piensa que el amor te ayudará a terminar el día. De ese modo puede que te sea más sencillo reconciliarte contigo y con tu entorno.
El egoísmo.
Mención especial es la que merece el egoísmo cuando se trata de amor, pues es muy fácil confundir el amor o amor propio con egoísmo. Vamos a ver si nos suenan algunas de estas frases:
- “Yo soy tu madre y sé lo que es mejor para ti.” Cuando hablamos de qué carrera hacer.
- “Cariño, no pierdas tu tiempo en eso, quédate en casa conmigo”. Cuando hablamos de estudiar o apuntarnos a cualquier actividad que nos gusta.
- “Yo sí me lo merezco porque hago más esfuerzos”. Madres que hablan a otras mujeres que no son madres aún.
- “No, tú juega con este y yo con este otro”. Hermano mayor que le cede a su hermano pequeño el juguete roto.
Creo que si me esfuerzo un poco, puedo pasar todo el día de hoy inventando y/o recordando ejemplos de este tipo. Todos somos egoístas en cierto modo y todos tendemos a enmascararlo para que no se note. Ley de vida, dicen.
Pero quizás, de todos los ejemplos en los que confundimos el amor, el peor de todos es confundir el amor propio con egoísmo, no sólo por nuestra actitud hacia los demás, sino porque no es posible sentir los beneficios del amor, si no es amor lo que tenemos dentro.
Seguramente conoces a muchas personas que conocen “sus derechos” y los hacen valer, personas que creen ser asertivas, que se definen como personas de autoestima sana y que, en realidad, lo que trasmiten no es nada de eso, sino todo lo contrario. Estas personas suelen trasmitir injusticia, mala educación, orgullo, despotismo y baja autoestima. ¿Qué ocurre para que se de esa confusión?
Bueno, realmente llegar a esa situación es extremadamente fácil. Basta una educación un poco deficiente en determinadas cuestiones et voila! Aquí tienes tu egoísta.
Ni que decir tiene que el ser egoísta no sabe que lo es, cosa que es lógica, si supiera que lo es sería mediante un arduo ejercicio de introspección que las personas egoístas no saben hacer y, bueno, ¿qué más puedo decir?
Dejemos a los egoístas a un lado y hablemos de la confusión en sí. El amor propio nos enseña a anteponer nuestras necesidades a las del resto, a cubrir nuestras carencias, a mimarnos, a invertir tiempo en nosotros, etc. ¿Y qué diferencia tiene entonces con el egoísmo? Bueno, básicamente el sentimiento que nos lleva a todas esas acciones: no es lo mismo tomarse tiempo para uno porque es necesario para la salud mental, que tomarse tiempo para uno en venganza del tiempo que se toma el otro (por ejemplo).
Es el origen lo que determina que un sentimiento termine siendo amor o puro egoísmo. Es por ello que te invito a que la próxima vez que exijas o te sientas en el derecho de exigir algo “por tu bien”, hagas el ejercicio de hallar cuál es el origen de esa exigencia. Aunque no es fácil observarse a uno mismo, con un poco de práctica se consiguen grandes avances. Otro ejercicio muy útil es hacer una lista de los derechos que crees que tienes (puedas ejercerlos o no), y después tratar de recapacitar sobre el origen de cada uno o la creencia que nos lleva a pensar que tenemos esos derechos. En muchos casos verás como se trata de una actitud sana basada en que te amas y quieres sentirte bien para poder dar mucho amor a los demás y, sin embargo, en otros casos se trata de un “yo tengo derecho a comprarme este bolso porque tú te has comprado unos zapatos” o “tengo derecho a que tú me ayudes con esto porque yo tengo muchas cosas que hacer”. Si consigues hacer el ejercicio con objetividad quizás encuentres algunos puntos en los que trabajar.
Las buenas energías: el amor y la luz.
He querido dejar este punto para el final porque es dónde podemos escribir y leer con el espíritu.
Es muy probable que si te digo toma aire y siente como te llenas de amor, tú me mires raro y me digas que deje de fumar cosas que marean, pero la realidad es que he respirado tantas veces llenándome de amor y he sentido tan profundamente el amor en mi pecho, que es difícil decirte que sí, que estoy pasada de rarita.
La realidad es que suena extraño, pero el amor se absorbe. Se respira, se come, se abraza, si vas a una playa muy bonita, te vas a bañar en amor. Puede que lo sientas, puede que no. Puede que unos días seas pura consciencia y otros días simplemente vives porque te ha tocado vivir, eso pasa; pero puedes tener claro que, independientemente del tipo de día que tengas, hay una luz que te recubre y que, entre otras cosas, es amor.
Como siempre, en todos mis discursos, te propongo que te reconcilies con tu espiritualidad. No se trata de religión, ni de santos, dioses o ángeles, y mucho menos de hadas; se trata de tu esencia que, te guste o no, la tienes.
Reconciliado tu yo terrenal y tu yo espiritual, verás más clara tu luz, sentirás como el amor te llena si coges aire conscientemente y, por si fuera poco, cualquier ejercicio como el que te propuse antes, cualquier meditación o introspección que te propongas hacer será más sencilla y ventajosa. No hay nada más hermoso que amarse tantísimo que uno se puede mostrar a uno mismo como es, sin miedo a autoreproches.
Recuerda…
Que para amar es imprescindible amarse primero.
Que el amor está dentro de ti, estés donde estés, hayas pasado por lo que hayas pasado y te encuentres como te encuentres.
Que no debemos confundir el amor propio con el egoísmo y que el amor es luz.
A ver como lo digo sin enrollarme jejeje cuando se logra que el eje de la vida sea la simplicidad , la luz , el equilibrio se entra en un estado de plenitud, que yo considero que es un estado de amor completo porque qué sentimiento mejor hay para valorar todo lo que nos rodea. Es increíble leyendote, me he aislado del todo, leía el texto como si lo escuchara de tu boca. Como siempre gracias por dedicarnao tu tiempo.