Saltar al contenido

No está mal sentirse mal.

Nos venden la moto de que se puede estar siempre con una sonrisa de oreja a oreja. Nos lo ponen en las tazas, las camisetas y las agendas, lo vemos constantemente en redes sociales y nos lo envían por WhatsApp; tenemos tan grabado a fuego que se puede, y se debe, estar siempre al tope de motivación que, cuando nos sentimos mal por cualquier razón, nos sentimos doblemente mal: nos sentimos mal por el motivo que sea, que a veces ni lo conocemos, y nos sentimos mal por sentirnos mal.

¿Desde cuándo no puedo yo sentirme mal si me da la gana?

¡Pues desde siempre, hija! ¡Que pareces nueva! ¿Cuándo ha estado bien visto llorar en público? ¿Desde cuándo contamos sin reparo que vamos a terapia? ¿Desde cuando podemos decir que hemos contratado un coach o que estamos acudiendo a un guía espiritual? ¿Desde cuándo?

Dime tú desde cuando está permitido tener un día de mierda. No, nada. No encuentro la fecha.

Si lloramos, que niña tan fea.

Si nos enfadamos, que niña tan fea.

Si cogemos un berrinche de muy señor mío, que niña tan fea.

Y claro, aquí ninguna quiere ser fea porque, como sabemos: ser fea está mal.

Bien.

Ante esta situación no puedo hacer mucho. Por mucho que me empeñe, no voy a lograr borrar todas esas creencias de nuestras cabezas, y mucho menos en mil palabras, pero sí puedo hacer algo por ti y, fíjate, ¡lo voy a hacer!

Lo voy a hacer porque me lo pide el cuerpo, porque sé que te va a venir bien y porque, definitivamente, me va a venir bien a mí, que es lo que me importa en este preciso momento.

¡Oh sí! Me importo. Me importo mucho, ¿sabes por qué? Porque sin mí no puedo vivir, sin mí no puedo pensar, no puedo trabajar, no puedo hacer las tareas de mi hogar, ni puedo estar presente en una bonita conversación con mi madre o mi marido, porque si yo no me importo, no me cuido, y si no me cuido… Adivina. Pierdo el norte, me confundo, dejo de ser yo misma y me enfoco en ser otro alguien. Alguien mejor, alguien más guapa, más delgada, con más títulos y más éxito profesional. Y como me gusta ser quien soy y no quiero que me dé por ser otro alguien, prefiero cuidarme, observarme, ofrecerme lo que necesito y permitirme ser yo.

Bien. Decía que, como todas lo necesitamos, me voy a dar el inmenso placer de partir de una mente en blanco y permitir que mis dedos fluyan con mis pensamientos. Sin modular, nivelar, castrar, operar ni maquillar aquello que salga, que bastante cirugía y maquillaje tenemos ya.

Comencemos.

Puedes tener un mal día, hay mil maneras en que un día se puede torcer y ¡oh! Créeme, bastante bien nos va para lo mal que nos podría ir. Puedes tener incluso una mala semana o, llámame loca, ¡una mala época! Súper revolucionaria estoy hoy. Si se te ha juntado en el mismo mes, un problema de salud, un problema laboral, una profunda desmotivación y una confusión que evita por completo que te pongas en orden, permítetelo, ten un mal mes y fúmate un puro. ¡Que no pasa nada!

También puedes no encontrar la salida a tu desmotivación sin que por ello ésta crezca. ¡Porque esto ya me lo sé yo! Un día aparecí por Instagram diciendo que era válido estar desmotivado y que no tenía nada de malo permitirse experimentar la desmotivación. Resultado: «Ale, desde que dijiste que nos permitiéramos sentir desmotivación, me encuentra cada vez más y más desmotivada.» Claro. Es que la idea es permitir para vivir; no permitir, ignorar y dejarse arrastrar.

Alerta, pendiente, el camarón que se duerme y se lo lleva la corriente.

El motivo por el que apelo al permiso de sentirse desmotivada es porque si empujamos la desmotivación, si luchamos contra ella, corremos el riesgo de que nos gane y nos quedemos desmotivadas y doloridas. Mientras que si la escuchamos, quizás ella logre explicar qué le pasa, qué necesita y entenderemos qué podemos hacer para que se vaya por donde ha venido.

¡Ah! Y aquí viene lo mejor: puedes estar fea. ¡Sí! ¡Puedes! Y no tiene que ver con tu autoestima, tú puedes quererte mucho, pero si tienes mala cara, tienes mala cara, ¿cuál es el problema? Acné, falta de sueño, cansancio, millones de problemas ¿y todavía te vas a exigir estar de revista? A mí me encantaría no tener granitos, estar siempre maquillada y, por supuesto, no tener poros; pero he descubierto que mientras sea de carne y hueso, con los poros me tengo que j@#er. ¡Fíjate tú!

Y, en otro orden de cosas, es evidente que no tienes que ser súper productiva todos los días. Hay días que parecerás una nave de máquinas minando Bitcoins y otro día no darás pie con bola. ¿Y?

Y bueno, para terminar, ni tienes que tener ganas de hablar, ni tienes que estar siempre dispuesta a cumplir deseos de los demás, ni tienes por qué ser siempre agradable, ni tener siempre la misma paciencia, ni tener siempre la casa impoluta, ni llevar siempre las medias sin agujeros; porque sí, todas sabemos lo que es querer controlar todos los detalles absolutos de nuestra vida y que, de pronto, alguien nos diga: «¡Uy! ¡Tienes una carrera en la media!«

WTF! %$&/ =&%$$ «·!» ·»$ %$%$/&& (% $$· «»$% $&

Y todo nuestro control y nuestro orgullo de encajar en la más absoluta perfección se va a la m!#@da.

Hay tantas cosas pueden fallar, que si no falla ninguna deberíamos replantearnos qué tipo de sueño estamos viviendo. ¡Y no solo te lo digo para calmar tu necesidad de perfección! Te lo digo también para que realmente te plantees qué tipo de sueño estás viviendo el día en que todo sale bien, para que hagas el ejercicio de repasar la cantidad de cosas que te han salido bien y des rienda suelta a tu incredulidad. Porque ya nos conocemos, el día que las cosas te saben mal bien que practicas la atención plena con la cantidad ingente de m!#@da que se te pone delante, pero el día que solo hay flores tú andas con la mente en el móvil y no atinas a verlas.

No, ya ves que no todo son flores y colores por estos lares. Este blog nació para compartir y desarrollar la espiritualidad, y si nos ponemos máscaras de payaso para ocultar unas bellas lágrimas, ni desarrollamos ni compartimos nada.

Todo esto va por ti, que has caído aquí por casualidad. Por ti, que me lees cada día analizando y reflexionando sobre cada idea que comparto y para ti, Alejandra, que de vez en cuando el Ego se pone la corona y se te olvida de que además de @spiritualwoman también eres humana.

8 comentarios en «No está mal sentirse mal.»

  1. Hoy tu reflexión era para mi dia, la has clavado. Gracias. La volveré a leer, dice verdades tan grandes y me permitiré tener mal dia , jajaja y mala cara. Gracias

  2. Llevo casi una semana desorientada, con la mente embobada, trabajando porque es lo que hay que hacer, pero sintiendo que estaba un poco en automático. Hace pocos meses me habría dicho: «bueno, Naza, tampoco pasa nada por no estar al 100%». Pero me habría obligado a hacer más, para ‘compensar’ no estar al 100%.

    Por fin, a base de escucha interna, he interiorizado lo que nos compartes hoy. Y aunque el ego siempre esté sentado a mi lado, no le dejo subirse encima.

    Está bien no estar siempre bien. Incluso, está bien, que mi forma de estar bien no sea la esperada, la socialmente aceptada.

    Gracias por este post. Un abrazo.

  3. Me has calado muy hondo, eres tan bella por fuera como por dentro. Gracias por escribir estas reflexiones, sigue inspirando a la gente de esta forma tan especial y aportando tu granito de arena al mundo. Me encanta.

  4. He caído aquí de casualidad porque una amiga compro tu libro/ diario espiritual y quise ver de que iba y qué sorpresa tan hermosa me ha servido para acepta mi situación actual post operación y a pesar de todas las marcas me siento hermosa porque en mis ojos solo veo luz

    1. Kiara, querida, ¡cuánto me alegra leer tu comentario! Sobre todo porque, desde siempre, para mí las cicatrices no han sido otra cosa que motivo de orgullo. Siéntete bella, porque lo eres. Cuando hay luz, hay bondad y habiendo bondad tiene que haber belleza. ¡Un abrazo!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *