Saltar al contenido

Escúchate

En el revuelo diario de obligaciones, compromisos, tareas y relaciones humanas, deseadas u obligatorias, solemos dejarnos llevar por el caos y el automatismo. Rara vez nos planteamos por qué hacemos lo que hacemos o si realmente tenemos que hacer una u otra cosa y, desde luego, nunca nos detenemos a observar los parches amarillos que aparecen en el manto verde de césped en estas fechas. Déjame decirte que son flores.

Tengo que levantarme a las 6.30, tengo que llegar al trabajo a las 8.00, tengo que comer, tengo que poner una lavadora, tengo que ir a hacer la compra, tengo que asistir a una reunión, hoy tengo que ir al médico, tengo que avisarle de que no voy, tengo que echarme la siesta, tengo que ir a yoga, tengo que buscar los niños al colegio, sí, tengo que hablar con ella, tengo que, tengo que. No sé tú, pero yo ya estoy agotada y sólo son las 9.00 am.

Me gustaría detenerme en el tema de las obligaciones y hacerte mil y una invitación a replantearte ciertas cosas, pero no me he sentado aquí a escribir sobre eso; lo he hecho para hablar de la escucha.

Imagina que estas cortando un pimiento y te pasas, sin querer, el cuchillo por un dedo. Te cortas, te duele, vas corriendo a ponerlo en agua fría, cortas el sangrado y te pones una tirita. Todo eso es escuchar. Imagina que sales a correr por la tarde y te agotas antes de tiempo, así que decides detener la carrera y caminar un rato hasta calmarte. Eso también es escuchar. Te duele la cabeza y te tomas un ibuprofeno. Eso es escuchar.

A veces nuestro cuerpo es tan claro en sus señales que nosotros no tenemos nada que interpretar, un malestar agudo en el estómago y, automáticamente, cancelamos la cena que tenemos pendiente. Sin embargo, la mayoría de las ocasiones esto no ocurre así. El cuerpo va emitiendo señales leves, confusas, casi imperceptibles y, nosotros, que ni escuchamos ni comprendemos nada, pasamos olímpicamente de todo y seguimos adelante sin apartar la vista de nuestro objetivo.

¿El objetivo? Cumplir con lo programado.

Nuestro cuerpo, lamentablemente, no habla el mismo idioma que nosotros. En tu mente no aparece ninguna voz que, con palabras en tu idioma, te dice «Mira, hoy has pasado frío y vamos a ponernos a incubar un virus, ¿de acuerdo? Ve guardando reposo y preparando sopa porque te esperan unos días interesantes.» A mí mi cuerpo no me dice eso, ¿a ti sí?

Mi cuerpo simplemente se torna pesado y lento, noto los ojos más calientes de lo normal, presión en la cabeza, somnolencia, pocas ganas de terminar las tareas pendientes y poquísimo apetito. ¡Ala! ¡Ahora divina qué es lo que te pasa!

Todos sabemos escuchar, lo que ocurre es que escuchamos lo fácil y nos volvemos locos con lo difícil. Te propongo un ejercicio muy sencillo: túmbate boca abajo en el suelo, cuando puedas, y haz una plancha. De apoyo puedes tener las palmas de las manos o los codos o, si quieres complicarlo, prueba con chaturanga. No hagas nada, sólo quédate ahí. La tarea es dejar que tú cuerpo decida cuando terminas el ejercicio, no pienses, no supongas, no te esfuerces, sólo permítete quedarte ahí hasta que te permitas deshacer la postura.

Ahora pregúntate por qué has terminado cuando has terminado y no antes, o no después. ¿Cómo has sabido que era el momento de desplomarte en el suelo? ¿Dolor, quizás?

Claro, es fácil cuando el dolor es intenso o está concentrado en un punto. «Voy a ir al dentista, me duele una muela».

Necesitamos aprender el idioma de nuestro cuerpo. Él no va a hablar castellano, inglés ni alemán, va a continuar expresándose cómo se expresa y si tú no te adaptas a él, nunca os vais a entender. Así de simple. O aprendes a escucharte o seguirás sabiendo que te has puesto enfermo el día en que ya no te puedes mover de la cama o con la espalda contracturada desde la nunca hasta el sacro, por no entender que no poder mantener la espalda recta es un síntoma de que algo no está bien.

No te culpes. Todos somos así. Incluso cuando ya sabemos todo esto y ya estamos aprendiendo a escucharnos, la agenda aparece en escena y dice «¿Cómo que tú no te has enterado bien quién manda aquí no? ¡Olvídate ahora mismo de la cama! Ve al gimnasio pero ya, que para algo lo pagaste.» Y entonces uno se levanta sin ganas, con dolores que no sabe identificar y sin mucha fuerza, se pone las zapatillas y pal’ gimnasio. Y luego decimos «¡Wow, me siento mejor!», claro, te has distraído.

Necesitas escucharte y ofrecerte lo que necesitas.

Uno de los acuerdos de Los cuatro acuerdos es haz siempre lo máximo que puedas y ¿sabes por qué me encanta? Porque si hacemos siempre todo cuánto podemos hacer, el día que no podemos hacer más no pasa nada. ¡Qué sencillo!

Sí, ayer pasé por todo esto y es por ello que hoy estoy aquí, contándolo. Y me encantó tanto la paz con la que tomé la decisión de suspender el resto de tareas del día que no podía no compartirlo. No hubo nada de «debería ir», «¿para qué lo pago?», «tengo que terminar tal cosa», «¿por qué me pasa esto hoy?», etc. Nada de eso, al contrario. Siempre hago todo lo que puedo, suelo cumplir con mis tareas y nunca me salto una clase de yoga, si hoy no quiero ir, no voy.

Eso sí, por supuesto algo dijo «¡que fuerte que no quieras ir a yoga! Deberías sentirte mal por eso». Retomé las palabras gentileza y compasión, y llegué a algunas conclusiones que te invito a reflexionar:

  • El hecho de que hoy no quieras hacer algo no implica que no lo disfrutes normalmente. Implica que hoy te apetece disfrutar más de otra cosa.
  • El hecho de que quieras disfrutar de cierta soledad no implica que no quieras a la persona con la que tenías una cita que has decidido posponer, sólo implica que hoy necesitas estar contigo.
  • El hecho de no querer escuchar a tus hijos en ese momento no te hace mala madre o mal padre, sólo te hace una persona deseosa de silencio.
  • Encontrarte mal no te hace débil, te recuerda que no eres una máquina.
  • No cumplir con tus obligaciones no te hace irresponsable, ser irresponsable es ser irresponsable y no poder con todo ciertos días es, simplemente, no poder con todo ciertos días.
  • ¡Por Dios, mujer» respeta tu ciclo. No encontrarte bien a causa de tu menstruación no te hace una mujer chapada a la antigua, te hace una mujer normal. Tener cambios de humor no te hace loca, te hace una mujer normal. Pasar por todo lo que tu ciclo te hace pasar no es un castigo divino, es magia.
  • Comprende que no tienes que hacer nada. Todo lo que haces puede ser hecho o no hecho según tus apetencias y ¡no! No vengas a decir que tienes que trabajar aunque no te apetezca, ¡eso ya lo sabemos! Sabes de sobra a lo que me refiero.

Recuerda que hay una diferencia enorme entre lo que la sociedad o, incluso, nosotros esperamos de nosotros y lo que realmente vamos a hacer. Actuar con el fin de cumplir expectativas está bien, pero sin duda alguna, no es lo mejor. Quiérete, consiéntete, compréndete, ofrécete lo que te pides, no ejerzas violencia sobre ti y permítete descansar, cuerpo y mente.

Todo esto lo escribo desde la más absoluta calma que mi hogar, lugar de trabajo, me brinda. Desde el frío anormal que mi cuerpo está sintiendo, el malestar general, la pesadez, la hinchazón, el dolor de cabeza y vientre, y un sin fin de síntomas que he decidido experimentar y no sufrir. Ser mujer mola.

Como siempre, gracias por tu tiempo.

12 comentarios en «Escúchate»

  1. Genial este artículo, me encanta! A veces cuesta mucho pensar así… pero tenemos que aprender a ser mejores y a sentirnos mejores con nosotros mismos.

    Gracias como siempre!

    1. Gracias a ti, Gloria. Sí, no siempre estamos dispuestos a estar tan atentos. A veces no logramos tomar consciencia de que se puede hacer y, otras veces, simplemente no queremos escuchar por miedo a escuchar algo que no queremos escuchar. ¡Perdón por las redundancias! ¡Un saludo!

  2. Que verdades tan grandes!!!! Yo llevo tiempo como te comenté desubicada. Necesito escucharme y entenderme. Tantos…. Tengo que…. A veces nos destruyen sin darnos cuentas. Gracias por tus reflexiones, haces que una sepa por donde empezar.

    1. Personalmente, considero que ese tipo de crisis son necesarias para el cambio. De vez en cuando tener una de esas temporadas extrañas en las que no sabemos muy bien dónde estamos ni por qué, resulta muy positivas para el desarrollo de la persona. ¡Gracias a ti por tu tiempo! Un abrazo, Eva.

  3. Hola! pase por tu blog porque he visto tu historia en instagram y de verdad que me han encantado tus post. En concreto este me ha hecho reflexionar mucho sobre nuestras propias exigencias y expectativas. Justamente esta mañana (5:30), cuando entre en mi shala de yoga le comente a mi profesor que mañana no podría ir porque tengo una reunión..y él que sabe que no me gusta faltar..al final de la clase me ha dicho con una gran sonrisa : Nathalie no te preocupes esta semana has estado genial una buena prática. Gracias por compartir tus pensamientos.
    Un beso Nath.

  4. Hola Nathalie,
    ¡muchísimas gracias por tus palabras! En efecto, debemos escucharnos más y exigirnos un poco menos. Me alegra mucho que tu profesor haya intuido tu preocupación y haya acertado a calmarte.
    Ten un muy feliz día.
    Ale

  5. Hola! Soy seguidora suya en instagram. Soy de Ecuador y me encanta sus publicaciones y ahora que descubrì su blog me da una felicidad saber que existe alguien como usted que nos brinda muchas cosas. Es muy dificil saber escucharse, a mi me cuesta muchisimo hacerlo. Por medio de usted entiendo muchas cosas que aca casi ni se puede tratar porque consideran que estàs loca. Yo creo que sufro de ansiedad, no me conozco bien y no tengo definido mi forma de ser ni lo que quiero. Me cuesta muchisimo aceptar como soy. Cada publicacion suya de instagram le hago capture y la escribo en mi agenda y la leo una y otra vez. Pero nose si me hace falta concentraciòn o es mi entorno quien no me deja avanzar. Me gustaria mucho saber de su parte como podria realizar un proceso para poder quererme, amarme como soy y sobre todo cambiar esa mente que tengo de desconfiar de todo el mundo.
    Millòn felicidades por su blog! Le deseo toda la suerte del mundo.!!

    1. Querida Karen,
      Muchísimas gracias por tus hermosas palabras, me alegra mucho que te gusten mis reflexiones y que te ayuden a pensar y analizar cómo somos y dónde estamos realmente.
      Sin conocerte no puedo ser muy específica con mi recomendación, pero sí puedo decirte que, aunque el entorno tiene una gran influencia sobre nosotros, no es responsabilidad del entorno cambiar, mejorar o simplemente trabajar algo; es nuestra responsabilidad.
      Te invito en primer lugar a definir bien tu personalidad, el cómo te ves, cómo crees que eres, qué quieres, etc. En este artículo https://spiritualmood.com/autoconocimiento-el-metodo-swan/ tienes buenas ideas para hacer un análisis de tu concepto de ti. Hazlo siempre por escrito y tómate el tiempo que necesites.
      Tu cuerpo, mente y espíritu son tus aliados, pero hay que cuidarlos y saber cómo tratarlos. Estoy segura de que poniendo el foco en tu consciencia lograrás la calma necesaria para encontrar respuestas.
      Recibe un fuerte abrazo!
      Ale

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *