Saltar al contenido

Cómo mantener el foco: hazte 6 preguntas.

Hay una pregunta que se repite mucho últimamente en mi bandeja de mensajes directos de Instagram, «cómo mantener el foco para lograr aquello que me he propuesto». Casi siempre respondo lo mismo, ante la duda, hazte preguntas; y muchas veces me responden lo mismo: ¿qué preguntas? Y así es cómo me inspiro para escribir.

Tengas objetivos de forma expresa o no, en este momento te encuentras en un camino y ese camino se dirige a algún lugar. En este post vamos a aprender cómo mantener el foco con un ejercicio inmediato y fácil de aplicar. Mi propuesta quizás no sirve para estudiar en profundidad tu motivación y, a mi juicio, le falta mucho de espíritu y mucho de trabajo personal; pero, sin embargo, es una herramienta muy útil para ese momento en que te detienes y piensas «¿Hacia dónde me dirigía?»

Cierto es que hay épocas en las que nuestra actitud es más relajada, nos rendimos al fluir y no queremos tener en mente ninguna meta concreta, ¡me fascinan esas épocas! ¡Sobre todo cuando se dan en verano! Pero incluso esa decisión de caminar sin rumbo es un objetivo en sí mismo y, cómo no, podemos trabajar en mantener el foco también en esas situaciones.

Por eso te traigo hoy estas preguntas que puedes hacerte cuando quieras reconfigurar tu GPS. Es uno de esos ejercicios en los que es fácil concentrarse, no se hace largo y nos reubica de forma eficaz.

Índice

Supuestos en los que echar mano de esta herramienta.

Cuando tienes un objetivo, lo que te interesa realmente es poner tu atención en el camino que te lleva hacia él. A menudo creemos que nuestra motivación será mayor y nuestras acciones serán más enérgicas si mantenemos la mirada fija en la meta, pero dime, si tienes los ojos puestos en el lugar al que quieres llegar ¿con qué ojos miras por dónde pisas?

La mejor forma de elaborar un plan de acción para alcanzar tu objetivo es realizar algunos pasos previos (que llevan su tiempo, por cierto): analizar bien qué queremos y para qué lo queremos, comprobar si resuena con nosotros en este momento, descartar la posibilidad de que el porqué no sea válido subjetivamente y, además, asegurar que el objetivo cumple con una serie de requisitos, encontrar qué hábito nos lleva a él y realizar todo el trabajo necesario para la adopción de ese hábito.

De este modo, el objetivo se convierte en una actitud diaria y no un lugar al que llegar.

Este es, básicamente, el resumen del programa Propósitos. Lo lancé por primera vez en diciembre de 2017 y se ha abierto una nueva convocatoria para agosto (cierre de inscripciones el viernes día 10 de agosto). La idea es trabajar en profundidad el contenido antes del inicio del nuevo curso y llegar a octubre con el plan de acción elaborado y depurado.

¿Y para qué quiero conocer el ejercicio de las 6 preguntas del que hablas, si ya he hecho un análisis completo previamente? ¡Ay mon ami! Porque aun haciendo todo ese trabajo previo siempre existe la posibilidad de quedarse en blanco, de que un vendaval nos pierda el cuaderno o que una tormenta nos haga perder el rumbo.

Siempre es bueno contar con un truco que nos reubique y nos haga recordar todas esas conclusiones a las que hemos llegado en la preparación del terreno.

¿Y qué ocurre cuando el objetivo es muy a corto plazo o quizás inmediato? ¿Debo invertir tanto tiempo en el análisis? Obviamente no, nadie quiere realizar un estudio completo de los por y para qué, y elaborar un plan de acción para hacer la colada, por ejemplo. De hecho, el ejercicio que te propongo en este post es perfecto también para esas situaciones en las que tienes que  quieres llegar al objetivo en el mismo momento o el mismo día.

Dicho esto, ya tenemos los dos supuestos en los que viene bien contar con una herramienta rápida que nos ayude a recuperar el foco:

  1. Aquellos casos en los que perdemos el foco durante el camino y de pronto no sabemos a dónde íbamos ni por qué.
  2. Aquellos objetivos que, por ser tan inmediatos, no permiten de una preparación completa.

Ventajas de utilizarlo.

Tanto en un supuesto como en otro, encuentro una serie de ventajas que merecen ser apreciadas antes de entrar en el fondo del asunto. No siempre lo necesitamos, pero suele resultar positivo saber para qué hacemos las cosas.

Evitar la temida procrastinación. Procrastinar es el arte de aplazar indefinidamente. A las personas que les gusta procrastinar, antes las llamábamos vagas, ahora son procrastinadoras. ¿Y qué te voy a decir? Procrastinar está muy bien cuando no tienes plazos que cumplir, cuando sabes que te sobra el tiempo para llevar a cabo tus tareas o cuando eso que debes hacer no es ni urgente, ni importante. Pero, para todo lo demás mastercard, o lo que es lo mismo, acciona antes de que la pereza te atrape o decide conscientemente no hacer por ahora.

¡No hay nada peor que aplazar tareas de forma inconsciente! Porque, bueno, si tomas la decisión de no hacer nada ahora y descansar, leer o ver la televisión un rato, ¿qué hay de malo? ¡Nada! El problema es cuando esa decisión no se toma, sino que nos quedamos absortas en la mente mientras actuamos y, cuando queremos tomar consciencia de la realidad, ha pasado el día, no hemos hecho nada de lo que queríamos hacer y tampoco hemos descansado.

Echar mano de las 6 preguntas para mantener el foco te ayudará a accionar rápidamente, sorprendiéndote a ti misma actuando y no te dará tiempo de negociar.

#spiritualtip: no negocies. Si quieres hacer algo, hazlo. Si entras en la negociación contigo misma (tu mente) acerca de los pros y los contras de hacerlo, comienzas a elaborar excusas, argumentos y contraargumentos, etc, te aseguro que las probabilidades de quedarte bloqueada se disparan.

Cuando te veas negociando, detén la autoconversación y ponte con ello. De nuevo, este «ponte con ello» se refiere a tomar una decisión: salir a andar o dormir, limpiar o estudiar, descansar o trabajar. No es tan importante lo que decidas como el hecho de que sea una decisión consciente.

Tener una visión completa de la situación. Las 6 preguntas que se proponen abarcan de forma general todas las variables a tener en cuenta, se podría profundizar más, con más preguntas, pero sin duda con éstas se da respuesta a los puntos principales que deben estar claros.

En cinco minutos contarás con los datos más relevantes para iniciar tu camino o continuar con él. Tendrás, a golpe de vista, un resumen sobre lo que quieres hacer, qué opciones tienes, con qué plazo cuentas, etc.

Evitar que las dudas y/o los miedos echen raíces. Si nos centramos en lo que queremos hacer, no entramos en la negociación y nos sorprendemos a nosotras mismas actuando, evitaremos que el miedo eche el ancla.

Cuando comenzamos a dudar sobre si podemos o no lograrlo, sobre si esto que queremos hacer nos lleva a algún lado y ese largo etcétera que ya conoces, la duda se extiende como tinta en el agua y pronto tu motivación queda impregnada de inseguridad. Conviene saber que siempre existe la opción de no atender esas dudas y, simplemente, decidir hacer o no hacer y ponerse con ello.

Y cómo no, si estamos pregúntandonos cómo mantener el foco cuando lo hemos perdido, esa recuperación es una de sus principales ventajas.

Y dicho esto…

Detente y hazte seis preguntas.

Pongámonos en situación:

  1. Tienes algunas tareas planeadas para hoy que no te apetece hacer, sabes que tienes que hacerlas pero no quieres ponerte con ello.
  2. Hace algún tiempo te propusiste algo y, de pronto, te das cuenta de que llevas unos días o semanas con cierto caos que no puedes controlar. La vida se te ha puesto patas arriba, has perdido el hábito que intentabas adoptar y te ves incapaz de poner las cosas en orden.

En esos momentos, detente. Haz un alto, tómate unos minutos (A) o unos días (B) para resetear tu estado de ánimo y ordenar la situación dentro y fuera de ti.

Coge papel y bolígrafo, busca un lugar tranquilo y responde a estas preguntas:

¿Qué? Anota qué es eso que quieres hacer y para lo que no encuentras motivación. Aquí entra también el ¿cuánto? Por ejemplo, si tienes que estudiar, cuánto quieres estudiar; o, si tienes que ir al gimnasio, cuánto tiempo quieres ir.

¿Cómo? Aquí apuntamos cómo vamos a hacerlo, por ejemplo, voy a hacer una lectura general de los temas que tengo que estudiar y, después, haré los resúmenes/esquemas de los dos primeros temas. O, en el ejemplo del gimnasio, voy a ir dando un paseo, entrenaré espalda y hombros, y haré 20 minutos de cardio.

¿Cuándo? ¿Quieres hacerlo ahora mismo o consideras mejor hacerlo más tarde? Te invito aquí a utilizar toda tu atención plena con la conversación mental que aparece. Es posible que se inicie una negociación en la que una parte de ti sabe que lo mejor es hacerlo cuanto antes, pero otra parte considera que puede esperar. Ese «puede esperar» puede ser una forma de postergar la acción o una estrategia para hacerlo cuando seas más efectiva, cuando tengas más energía o cuando baje el calor, ¿cuál es el motivo para querer hacerlo más tarde?

¿Dónde? Puedes ir a entrenar al gimnasio, hacerlo en casa o salir a andar por la calle. Puedes estudiar en el salón, la cocina, la habitación o una biblioteca (¿Quizás una cafetería?). Decide el lugar donde vas a llevar a cabo la actividad.

¿Quién? En estos ejemplos que estamos poniendo, el sujeto de la oración eres tú; pero tu actividad podría depender de otras personas o podrías estar haciéndote estas preguntas para un proyecto de tu equipo, ¿quién hará qué?

¿Para/por qué? La mayoría de las veces nos preguntamos el por qué de las cosas y, aun siendo que resulta muy útil en muchas ocasiones, en otras lo mejor es preguntarse para qué. Y, además, en la medida de lo posible habremos de responder en positivo. «Tengo que estudiar porque no puedo suspender otra vez» vs. «Quiero estudiar para tener más opciones de aprobar esta vez». Puede que no entiendas la diferencia, pero tu mente y espíritu sí la entienden, confía en mí.

Aquí van otros ejemplos de enunciados:

«Voy a estudiar dos horas cada día porque quiero aprobar con buena nota».

« Quiero ir a entrenar porque quiero perder algo de peso.»

« Quiero trabajar toda la tarde», como la sustitución de tengo que por quiero es algo difícil para tu mente, muy probablemente te responderá que realmente no quieres hacerlo, que es una obligación, ¡adelántate a eso! Después de anunciar eso que vas a hacer, explícate para qué «para poder terminar mi trabajo a tiempo» o «porque quiero cumplir mi palabra».

Conclusión.

Lo sé. Sé que no es fácil. Para cuando queremos ocuparnos de nuestro desarrollo personal, llevamos años actuando de la misma forma y cambiar esa costumbre no es sencillo, pero es posible.

Trabajo con muchas mujeres que quieren cambiar cosas, quieren cambiar su vida, su actitud, su seguridad en sí mismas, su relación de pareja, su físico, autoconfianza, capacidad de gestión, espiritualidad, etc. Todas ellas empiezan con dudas, disipan esas dudas a medida que avanzan, aparecen nuevas dudas, las despejan, aparece un miedo, lo trabajan y así sucesivamente.

Todos esos peros que te surgen cuando lees soluciones a tus problemas te están diciendo que hay una parte de ti que no quiere cambiar, ¡normal! ¿Imaginas el terror que debe sentir esa parte solo con pensar que se tiene que exponer al fallo, que puede fracasar o que puede perder el tiempo?

Explícate que puedes intentar esta herramienta las veces que necesites hasta que sea algo habitual en ti, que, si la primera vez no funciona, no importa; que llevas años con ciertas costumbres que quieres cambiar y que no te importa invertir años en conseguirlo; que no es una obligación, es un deseo; que quieres trabajar en tu calidad de vida, hacer las cosas desde el corazón y desterrar obligaciones impuestas.

Explícate todo eso con amor y permítete el rechazo. Pronto la parte que sí quiere intentarlo, ganará la negociación. Yo misma gano y pierdo negociaciones constantemente, me expongo, fallo y acierto la misma cantidad de veces; a veces me pregunto para qué voy a complicarme la vida, luego pienso en lo feliz que soy con cada paso que doy y continúo haciéndome preguntas.

¿A ti te gusta hacerte preguntas?

Contenido relacionado:

[Este es uno de los ejercicios propuestos en el programa online “Propósitos 18/19”, si estás interesada en cursarlo, recuerda que las inscripciones están abiertas hasta el viernes día 10 de agosto. Para más información → Aquí.]

3 comentarios en «Cómo mantener el foco: hazte 6 preguntas.»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *