Advertencia: este post está escrito con la intención de poner a tu disposición la información más relevante sobre coaching que, como cliente, debes saber. Al final de la lectura te invitaré a continuar investigando, precisamente porque, aunque el texto es muy completo, no profundiza en aspectos que quizás sean de tu interés -en las escuelas o los tipos de coaching, por ejemplo-. Por tanto, pese a que el título rece todo lo que debes saber, ten en cuenta que no está todo lo que puedes llegar a saber.
Dicho esto, espero que te resulte de gran ayuda, que despeje muchas de tus dudas y que colabore en la creación de una imagen transparente de esta maravillosa profesión.
¡Feliz lectura!
Índice
Introducción.
Si alguna vez has mostrado interés por el coaching quizás sea porque sientes que podrías estar dando mucho más de ti o podrías estar consiguiendo grandes metas si superases ciertas barreras, quizás sientes estancamiento en tu vida personal o profesional y no conoces herramientas para el manejo de tus vivencias. ¡No te preocupes por nada! Todo eso son solo sensaciones, la realidad es que dentro de ti hay infinidad de herramientas y mucho potencial que puedes desplegar para hacerte cargo de ti y de tu vida.
Los motivos que nos llevan a invertir en un proceso de coaching pueden ser muy diferentes dependiendo de la persona y del momento en el que se encuentre. Piensa que un coach te acompaña en la tarea de descubrir qué quieres realmente y cómo quieres lograrlo, así que el tema que se trabaja y la forma de trabajarlo depende de cada cliente; así que, en este sentido, podemos decir que no hay dos procesos iguales –porque no hay dos personas iguales-.
No obstante, pese a ello, la práctica de coaching tiene un método particular que el coach procura cuidar al máximo para que se puedan obtener los mejores resultados posibles y que el cliente pueda experimentar todos los beneficios atribuidos a dicho método.
Por otro lado, aunque el método empleado tiene una serie de características en común, bien es cierto que en gran medida dependerá de la escuela de coaching a la que pertenezca el profesional en cuestión –hay tres grandes escuelas: norteamericana, ontológica y humanista- y de su estilo personal.
Piensa que, aunque hayamos aprendido un tipo (escuela) de coaching concreto, muchos coaches decidimos dejarnos influir por otras corrientes para dar un servicio más coherente con nuestra experiencia y forma de ver la práctica de esta profesión.
El coaching parece una masa heterogénea que bebe de muchas fuentes y que no se encuentra a sí misma, pero eso solo es un parecer. La realidad es que es una profesión que ha llegado para quedarse y que, aunque aún le queda mucho por avanzar en cuanto a identidad, tiene una esencia que lo hace diferente a otros procesos de ayuda, unos principios muy especiales y unos beneficios poderosos.
Entonces, veamos a continuación y muy brevemente qué es el coaching, tipos, escuelas, límites y demás cuestiones de interés, tanto para clientes como para profesionales del coaching.
No sin antes hacer un inciso, pues me gustaría aclarar que mi intención con este texto es poner a disposición de las personas la mayor cantidad de información, y de la forma más clara posible, sobre el coaching. Y todo ello sin caer en el exceso de teoría, que bien tentada me siento a trasmitir.
¿Qué es el coaching?
En muchas webs, e incluso en muchos de los libros que hay escritos sobre coaching, encontramos que se trata de abordar lo que es el coaching diciendo lo que no es.
Y, aunque esta información resulte muy beneficiosa para hacernos una idea de lo que no encontraremos en un proceso de coaching, lo cierto es que no podemos definir una silla explicando que no es una mesa, sino que tendremos que describir qué es y para qué sirve y, luego ya si queremos, tratamos de diferenciarlo de la mesa.
En este sentido, me gustaría empezar diciendo que hay muchas definiciones de coaching. Algunas más concretas que otras, unas más acertadas que otras, pero todas tienen algunos conceptos en común que me gustaría señalar antes de meternos en materia.
Estos conceptos son, por ejemplo: proceso, ayuda, relación profesional, objetivos y desarrollo personal. Y sí, en efecto, la práctica de coaching es un proceso de ayuda a través del cual dos personas que han establecido una relación profesional trabajan por unos objetivos concretos y logran el desarrollo personal del cliente.
Pero ahí no queda todo, hay otras características que no solo son importantes, sino que son imprescindibles en una relación de coaching y que no deberíamos dejar fuera de la definición. Por eso, yo me decantaría más por algo así:
«El coaching es un proceso creativo, no directivo, en el que un mínimo de dos personas mantienen una relación profesional. Una de ellas, el coach, por medio de sus competencias, consigue que la otra, el cliente, reflexione y tome acción de forma libre y responsable en dirección a sus propósitos».
[Una de las definiciones que aparecen en el manual Coaching Humanista. Fundamentos, aplicaciones y herramientas de esencia no directiva.]
Bien, vayamos por partes.
Proceso.
Es fundamental que la relación de coaching se extienda el tiempo necesario –no menos, pero tampoco más- y que, dentro de cada sesión, tengan lugar las fases correspondientes. No se trata de conversaciones desenfocadas donde se tratan todos los temas que se van hilando, sino que se sigue todo un proceso donde se busca lograr pequeños hitos que lleven al cliente a su meta.
Creativo.
Desde mi punto de vista, el objetivo fundamental del proceso de coaching es liberar y potenciar la creatividad del cliente. Solo así se dará un auténtico aprendizaje por su parte y notará el verdadero cambio que su trabajo de desarrollo personal ha producido. (Creatividad en el sentido de capacidad de observar la realidad existente, analizarla y crear las mejores respuestas posibles para conseguir los resultados que se desean).
No directivo.
Es decir, el coach no marcará el objetivo, ni la hoja de ruta; en general, no transferirá sus conocimientos, ni participará en el proceso vertiendo su opinión o dando consejos y recomendaciones.
Mínimo dos personas.
Pueden ser más de dos cuando se trate de equipos, organizaciones o parejas, por ejemplo; pero no pueden ser menos porque no sería coaching, sería autoreflexión, meditación, autoanálisis, etc.
Relación profesional.
Es muy importante que nunca se pierda de vista la idea de que se trata de una relación profesional y que, por mucha complicidad que haya, en el seno de la sesión hay una persona –coach- a total disposición de otra –cliente- y que la primera está trabajando para la segunda. Por tanto ha de cuidar que se esté siguiendo el modelo de coaching, que la conversación esté resultando de utilidad para el cliente, que sus preguntas estén enfocadas al objetivo; también ha de cuidar su tipo de escucha, tomar notas –si es su costumbre- y reflejar al cliente cuando sea necesario.
Competencias.
Las competencias del coach son las habilidades que ha desarrollado para poder ejercer la profesión de coaching. Entre estas habilidades se encuentra la escucha activa, la pregunta enfocada, el espejeo y otras como la confianza, la comunicación directa y el seguimiento del proceso.
Reflexione y tome acción.
La magia del coaching no es otra cosa que el producto de la reflexión y la acción del cliente. Gracias a sus reflexiones guiadas toma decisiones más ajustadas a la realidad y obtiene mejores resultados sobre los que vuelve a reflexionar para tomar nuevas decisiones y diseñar nuevas acciones.
De forma libre y responsable.
Estos dos conceptos, libertad y responsabilidad, son principios básicos del coaching y requisitos necesarios para que tenga éxito. Si el cliente no se siente libre de elegir y/o no se hace responsable de sí mismo, su realidad y su capacidad de afrontar la situación, según mi experiencia, el proceso está abocado al fracaso.
En dirección a sus propósitos.
Ahora sí, hablemos de objetivos. La relación de coaching se configura entorno a los objetivos del cliente. Sin objetivo, no hay proceso. «¿Y qué pasa si no sé lo que quiero?» me han dicho alguna vez. Bueno, si quieres saber lo que quieres, a lo mejor ese es tu objetivo.
A esta definición podríamos añadir una descripción de cómo se práctica el coaching, pero eso depende de la escuela de que se trate. Así que, al menos aquí, podemos ahorrárnoslo.
Lo que no me voy a ahorrar, porque considero muy necesaria la aclaración, es la alusión a lo que yo llamo:
El Problema del Término Ayuda.
¿Los coaches ayudamos a los clientes? Sí, no, a veces, depende. Tú que me lees, ¿qué opinas?
Lo creas o no hay una auténtica discusión a nivel profesional sobre si los coaches ayudamos o no a nuestros clientes. Hay profesionales que utilizan la palabra ayuda muy alegremente, otros que la evitan a toda costa y luego también hay un grupo en medio, en el que me sitúo, que sí admite el uso de la palabra ayuda, pero con matices.
Estos matices no son necesarios cuando nos dirigimos a alguien que ya conoce el coaching, pero son absolutamente imprescindibles cuando no es así. La razón es que la palabra ayuda se entiende en coaching de una forma muy concreta que nada tiene que ver con el concepto que la mayor parte de las personas tienen de la misma.
La propia RAE define ayuda como «prestar cooperación, auxiliar, socorrer y poner los medios para el logro de algo». Y claro, los coaches no auxiliamos, no socorremos, no ponemos medios para el logro de cosas y, por supuesto, no co-operamos; entre otras cosas porque creemos fielmente que la persona se vale por sí misma, que tiene o que es capaz de conseguir lo necesario para alcanzar sus objetivos y, claro está, que debe actuar por sí misma para poder aprender de sí a través de la experiencia.
Entonces, me dirás, ¿qué tipo de ayuda ofrecéis?
Cuando decimos que el coaching es un proceso de ayuda o que los coaches ayudamos a nuestros clientes a conseguir sus objetivos, lo que estamos queriendo decir es que ponemos a disposición de la persona todos nuestros conocimientos sobre el método de coaching para que ella pueda beneficiarse de todo lo que este tipo de ayuda ofrece.
Acompañamos a las personas en la reflexión, pero reflexionan ellas, no nosotros. Guiamos a las personas en el diseño de acciones, pero diseñan ellas, no nosotros. Ayudamos a las personas a definir sus objetivos, pero los definen ellas, no nosotros. Y así puedo seguir con todo lo que ayudamos a hacer, pero no hacemos.
El motivo por el que muchos profesionales evitan el uso de la palabra ayuda es, precisamente, porque puede ser entendida como un acompañamiento en el que el coach aporta conocimientos, experiencias, observaciones, opiniones, consejos o recomendaciones sobre qué hacer y cómo hacerlo. Y, como saben que no hacen eso, prefieren no utilizarla.
Sin embargo, me preocupa que esta discusión pueda afectar a la comunicación que el coaching se merece e inducir a error a los clientes que se acerquen al profesional sin saber muy bien qué esperar. ¡Porque los coaches sí ayudamos! Si no resultásemos de ayuda, ¿qué sentido tendría nuestra existencia?
Algunas realidades sobre el coaching que conviene destacar.
A medida que redactaba el punto anterior, he ido acordándome de muchas cosas que he oído sobre el coaching o sobre los coaches que no son ciertas. Y también algunos otros puntos en los que no he querido meterme, pero que sí me gustaría nombrar aquí aunque sea brevemente. ¡Voy con ello!
Los coaches no orientamos en el objetivo a fijar.
Sé que a estas alturas del texto ya lo sabes, pero te sorprendería saber la cantidad de veces que nos enfrentamos a la pregunta «¿qué crees que debo hacer?». Y esto no es porque las personas quieran que les digan qué hacer; esto se debe a que cuando decimos que el coach acuerda el objetivo con el cliente, se nos olvida decir que en realidad es el cliente quién acuerda el objetivo consigo mismo y que nosotros únicamente registramos ese acuerdo. Somos el testigo de que hay una persona que se ha comprometido consigo misma a llevar a cabo determinada acción.
No asesoramos, aconsejamos o dirigimos.
Y si lo hacemos, no estamos haciendo coaching. Antes de aprender lo que es el coaching y de embarcarme en esta aventura, solía preguntarme cómo alguien podía ayudar a otra persona sin tener conocimientos sobre la materia tratada. Es decir, cómo un coach podía ayudar a una pareja sin saber sobre temas de pareja, cómo podría ayudar en el trabajo sin tener conocimientos sobre el trabajo en cuestión o cómo podría ayudar a alguien a bajar de peso sin tener conocimientos sobre nutrición o entrenamiento.
Pues bien, cuando comprendí que en coaching esa ayuda consiste en la no transferencia de conocimientos, comprendí también que se puede acompañar a las personas y servirles de gran ayuda sin tener ningún tipo de conocimientos sobre el contenido del proceso.
Aquí debo apuntar que cuando el objetivo de la persona requiere de conocimientos de un profesional en concreto, como podría ser la nutrición, los clientes suelen escoger el trabajo conjunto de profesionales. En este caso, de un nutricionista y un coach.
No somos agresivos.
Hay una imagen extendida de los coaches en la que se nos ve como personas agresivas, que cuestionan a sus clientes, que presionan y les confrontan todo el tiempo buscando sacar su coraje. No es real. Al menos no en todos los casos.
Las personas que nos dedicamos profesionalmente al coaching desarrollamos una profunda sensibilidad y respeto por el ser humano que tenemos delante. En el transcurso de las conversaciones puede haber confrontación y la persona puede sentirse presionada al escuchar preguntas que quizás no quiere responder, claro que sí, pero la imagen del coach subiendo la voz y cuestionando todo lo que dice el cliente no se corresponde con la realidad –al menos, en mi entorno, no lo he visto-.
No buscamos destruir para construir.
Leí esta expresión hace algún tiempo como crítica a la práctica del coaching y, desde entonces, me he visto envuelta en conversaciones donde testigos relataban como un coach buscaba destruir a la persona para, desde allí, comenzar la transformación personal.
Lo cierto es que lamento mucho que este tipo prácticas se estén llevando a cabo en el contexto del coaching, porque no solo no es coaching, sino que desde mi punto de vista deja a la profesión bastante mal parada. El estilo de coaching que yo conozco tiene como premisa básica respetar los tiempos de la persona y tocar solo aquél tema que ésta trae a la conversación, por lo que la indagación buscando quebrar al individuo no se produce.
Nuestro trabajo tiene como objetivo potenciar las habilidades de la persona y obtener los mejores resultados posibles en el plazo fijado.
Muchas personas no lo saben, pero para el profesional del coaching lo importante es que la persona sea consciente de sí misma, se haga responsable de su situación y aumente su autoconfianza. Con ello logramos sacar a la luz las capacidades que la persona tiene y desarrollar otras nuevas que le permitirán ser autónomo en la resolución de sus conflictos.
En mi caso, por ejemplo, de nada me sirve tener un magnífico proceso con alguien que aumenta su bienestar y consigue lo que se propone, si se ha creado un vínculo de dependencia y relaciona sus éxitos conmigo. Mi objetivo es que se haga consciente de sus capacidades y compruebe por sí mismo que puede cambiar, mejorar y adaptarse a todo cuanto acontezca porque, con ayuda o sin ella, su capacidad es infinita.
En este sentido creo que en una relación de coaching coinciden tres objetivos o tres tipos de objetivos:
- El objetivo del cliente. Siendo éste el que la persona quiera trabajar.
- El objetivo del coach. Que podría ser, por ejemplo, adherirse al método que practica, cuidar que el proceso salga adelante, crear una relación de confianza y, en definitiva, hacer bien su trabajo.
- El objetivo del proceso. Lograr que concurran en la persona una serie de conceptos como son: libertad, responsabilidad, autoconfianza, autoestima, consciencia, reflexión, acción, etc.
Formación en coaching.
Por último, pero no menos importante, sí existen formaciones específicas de coaching y que son fiables en cuanto a rigor académico. Sé que los cursos de fin de semana tienen mucha fama, pero hay otras formaciones que nada tienen que ver con estos. Sin ir más lejos, universidades de Madrid, Salamanca, Barcelona, Málaga y Valencia, tienen cursos de formación en coaching con categoría de máster.
¿Esto quiere decir que los cursos de menor duración no garantizan la correcta formación del coach? No. Eso depende de la formación en concreto y las formaciones que el coach acumule en su haber. Pero lo que sí quiere decir es que un postgrado universitario en coaching garantiza que tiene los conocimientos, habilidades y experiencia necesaria para poder ejercer la profesión.
De este modo, tú como cliente tienes la posibilidad de informarte sobre el título y la experiencia del coach en cuestión y tomar decisiones con base en ello.
En otro orden de ideas, es importante que entendamos que, aunque no es una profesión nueva, sí lo es en relación a otras con más trayectoria y, por tanto, el desconocimiento, la confusión y, en cierta manera, el rechazo son algo normal.
Por tanto, lejos de evitar críticas o cuestionamientos, toda información sobre cómo se ve el coaching es bienvenida para que podamos mejorar nuestra comunicación sobre esta profesión.
Y dicho esto, veamos brevemente qué son las escuelas y los tipos de coaching.
Escuelas y tipos de coaching.
Cuando una persona me pregunta qué tipo de coaching hago, nunca sé exactamente qué contestar porque, a priori, desconozco a qué se refiere.
Tipos de coaching pueden ser las principales escuelas o corrientes, o la división que hacemos del coaching en función de quién recibe el servicio y qué área quiere trabajar. Por eso es necesario que, tanto clientes como coaches, tengan esta distinción clara y sepan qué preguntar y qué responder en cada ocasión.
En cuanto a la división por escuelas de coaching, muy resumidamente podemos definirlas como:
- Norteamericano: de carácter más directivo y pragmático, se ha desarrollado en el seno de la empresa y, como tal, suele priorizar la efectividad al máximo.
- Ontológico: basado en la ontología del lenguaje, consideran que el ser humano se crea a sí mismo a través del lenguaje.
- Humanista: esencialmente no directivo. Aunque tiene sus raíces en el método Socrático, nace como coaching expresamente a partir de la teoría de El juego interior de Tim Gallwey y se desarrolla ampliamente gracias a la terapia humanista de Carl Rogers. Basa su metodología en el respeto pleno de la libertad y la conciencia particular de sus clientes, tal y como lo presenta Leonardo Ravier actualmente.
Por otro lado, tenemos los tipos de coaching en función de quién recibe el servicio y qué área trabaja en el proceso: personal, ejecutivo, organizacional, de grupos, deportivo, educativo, etc.
En este sentido, y en cuanto al coaching personal que es el que vengo trabajando, puedo decirte que está dirigido a todo tipo de personas que, sea cual sea su ocupación y sea lo que sea aquello que quieren trabajar, lo desean hacer desde la responsabilidad personal, atendiendo a sí mismos, desarrollando sus habilidades y buscando el cambio fuera trabajando desde dentro.
En mi experiencia, los objetivos que traen los clientes al coaching personal pueden ser muy variados: conciliación, relación de pareja, estudios (desde universitarios, profesionales cursando másters, opositores, etc), autoconfianza y autoestima, superar miedos, estrés, etc.
¿Y cómo se trabaja todo esto desde el coaching? Pues, desde el coaching humanista, todas las cuestiones que puede poner un individuo sobre la mesa de trabajo se abordan a través del desarrollo de la consciencia, el aumento de la autoconfianza y la asunción de responsabilidad.
¿Coaching o psicoterapia?
Un punto importante y controvertido a tratar siempre que se habla de procesos de ayuda es la supuesta guerra que hay abierta entre coaches y psicólogos por el intrusismo laboral que puede haber de unos en la profesión de los otros –aquí también cabe el viceversa-.
El coaching no es psicoterapia, pero sí es psicología. Así como también es filosofía.
Se trata de un proceso de ayuda que se identifica por primera vez en Sócrates y que, tras Platón y Aristoteles, parece desaparecer. Sin embargo, cobra vida de nuevo tras el existencialismo y el humanismo, corrientes por los que se ve influenciado. Por tanto, en mi opinión, no podemos decir que el coaching no sea psicología, pero lo que sí podemos afirmar es que no es psicoterapia –en ninguna de las corrientes actuales-.
Como hay muchas corrientes de terapia, para poder listar las diferencias entre coaching y terapia, tendríamos que atender a cada una de ellas. Seguramente encontraremos que en todos los casos se trata de procesos de ayuda que tienen como objetivo aumentar el bienestar de los pacientes/clientes y, las diferencias que buscamos, estarán en la forma en que esto se consigue.
Sin embargo, sí hay un límite bien establecido que podemos señalar: en coaching no podemos trabajar patologías diagnosticadas por lo que, si ese es el deseo del cliente, este habrá de contar con la aprobación de su terapeuta sobre la idoneidad de trabajar conjuntamente con un coach.
Dicho esto, un psicólogo podría decir que no hace falta tener diagnosticada una patología para ir a terapia y que, por tanto, esa distinción es errónea. A mi juicio, no tiene nada de erróneo: si la situación de la persona es patológica, tendrá que acudir a un psicólogo o a un psiquiatra, si no lo es, puede elegir trabajar con un psicólogo o un coach.
Esto, que se dice muy fácil, en realidad genera muchas preguntas. Una de ellas, quizás la más repetida entre los clientes es «sí, pero yo cómo sé a qué profesional debo acudir» y mi respuesta siempre es la misma «según su situación personal, cada individuo sabe qué tipo de trabajo quiere hacer sobre sí mismo y qué temas habrá de abordar en un principio; y, sabiendo esto, sabe también qué puerta puede tocar primero».
Soy fiel creyente de que la responsabilidad sobre cada persona la tiene ella misma y que, por tanto, es el cliente quién debe averiguar qué profesional necesita o, entre las opciones posibles, con qué método de trabajo conecta más.
Dado el primer paso, será responsabilidad del profesional hacerle saber qué la situación que pone sobre la mesa no es de su competencia, que no tiene los conocimientos necesarios o que, simplemente, considera que otro tipo de profesional sería más adecuado en su caso. Y esto no solo ocurre para derivar clientes de coaching a psicoterapia, también debe hacerse cuando un terapeuta intuye que la persona ha de medicarse –se recomendará acudir a psiquiatría- o que la persona busca un trabajo más enfocado –se recomendará el trabajo a través de coaching-.
Y, dicho esto, se presenta la pregunta que, a mi parecer, es más interesante de todas: «¿Un coach cómo sabe que una persona necesita psicoterapia, si no tiene los conocimientos necesarios para elaborar un diagnóstico?».
Ciertamente el coach no puede diagnosticar una patología, pero sí se encargará de analizar la idoneidad del proceso de coaching, los resultados obtenidos en las dos o tres primeras sesiones y la conveniencia o no de continuar con el proceso. De manera que si no se están obteniendo los resultados que cabría esperar de la marcha del proceso, habrá de poner en conocimiento del cliente que, en su opinión, el trabajo no está funcionando y que quizás esto se debe a la conveniencia de que trabaje con otro tipo de profesional.
Y, sobre la pregunta que aparece después, acerca de «¿Cómo nos fiamos de que un coach actúe así?» o «Sabemos que hay coaches que siguen trabajando con clientes pese a intuir que su trabajo no es lo mejor para ellos», poco puedo decir. En todas las familias cuecen habas y no sería justo condenar una profesión por la falta de ética de algunos de sus miembros –aunque definitivamente haya que hacer algo por controlarlo-.
¿Y qué puedo esperar de un proceso de coaching?
Cuando una persona decide iniciar un proceso de coaching lo hace porque quiere algo y ese algo será el objetivo del proceso.
Generalmente se te pedirá que fijes una fecha límite para lograr ese objetivo y, a partir de ahí, todo lo que ocurra dependerá de las opciones y los obstáculos que se encuentren, los hitos –pequeños niveles- que fijes, las acciones que quieras llevar a cabo y las reflexiones que hagas sobre ello dentro y fuera de cada sesión.
El propio proceso requiere del cliente autoconocimiento, autocomprensión y desarrollo; y eso es precisamente lo que se trabaja sesión tras sesión a través de las conversaciones de coaching. En ellas, que como ya hemos visto se sigue una estructura y tienen que tener unas características especiales, el coach te ayudará a explorar a fondo tu realidad –externa e interna- y te acompañará en el camino hasta lograr aquello que deseas.
La confianza y la conexión entre tu coach y tú debe ser positiva para ti, y podrás percibirla como algo natural, como un canal de comunicación honesta en el que tienes total libertad de expresión. Cuando esta confianza no se da y la persona se reserva información por temor a ser juzgado, está perdiendo la oportunidad de trabajar esa información y de sacarle provecho.
Siempre le digo a las personas que trabajan conmigo que pueden estar seguras de que no emitiré juicio alguno sobre lo conversado, básicamente porque tengo más interés en que ambos comprendamos su realidad que en emitir opiniones –por cierto, si te interesa conocer lo que opino de la opinión, te invito a leer este post-.
Sé que es muy complicado confiar en una persona que no conocemos de nada y que, por eso, en muchas ocasiones tratamos de ocultar información a nuestros coaches o terapeutas (e incluso a nuestros médicos).
A veces aparece la vergüenza, la culpa o quién sabe qué cantidad de emociones que no sabemos gestionar. Es normal que esto pase y, si te ha ocurrido o te está ocurriendo en este momento, no te sientas mal por ello. Eso sí, sería ideal que la próxima vez que acudas a una sesión comentes esto con tu coach con total honestidad, al final de cuentas, nuestro único interés es que las personas puedan ser honestas consigo mismas.
Entonces, cuando el clima de confianza permite que las personas se abran a sí mismas, éstas se sienten libres y comienzan a explorar cuestiones que quizás no se habían planteado. ¿Sabes la cantidad de buenas decisiones que nacen de algo que no se iba a decir porque era una tontería?
Esa ayuda/acompañamiento que hemos estado comentando a lo largo de todo el texto se hace a través de la conversación. El coach se limitará a hacer preguntas sobre lo que escucha invitando así a reflexionar cada vez más profundamente a su cliente. De estas reflexiones nacerán las opciones, de entre las opciones se tomarán decisiones, estas decisiones se convertirán en acciones, et voilà! Tendremos resultados para analizar y así poder realizar los ajustes convenientes.
En resumen, creo que esto es lo que se puede esperar de un proceso de coaching: conversaciones enfocadas, espacio de total libertad para la reflexión, guía y acompañamiento, aumento de la creatividad, análisis de opciones, toma de conciencia, asunción de responsabilidad, toma de decisiones, trabajo sobre la autoconfianza y la autoestima, nuevas perspectivas, mayor sensación de bienestar, etc.
¡Te animo!
Deja que te anime a buscar más información sobre los beneficios que puede traer a tu vida un proceso de coaching y, si ya has tomado la decisión de contratar un coach, no dejes de investigar sobre los coaches que tengas en mente, pregúntales todo lo que se te ocurra. Infórmate sobre nuestros principios, filosofía, tarifas y forma de trabajo.
¡Cuánto más información tengas, con mayor seguridad te embarcarás en la aventura que supone un proceso de coaching!
Te invito también a dejar tus comentarios abajo con todas las dudas, opiniones o cuestiones que hayan podido surgir. ¡Me encantaría ir completando este post a medida que surjan las preguntas!
Y, por último, si has leído todo esto buscando saber un poco más de mí y mi forma de trabajo. ¡Gracias! Agradezco muchísimo tu interés y te invito a seguir investigando en los siguientes enlaces: sobre mí, servicios y tarifas.
¡Espero haber cumplido con mi objetivo de ofrecerte información valiosa sobre el coaching!
¡Y gracias por haber llegado hasta aquí!
Me ha encantado toda la info. Estoy actualmente haciendo el máster de Experto en Coaching con la CCA americana y tu artículo solo me reafirma en continuar.Y me encanta. Muchas gracias por toda la información. Muy detallada.